Cuando florece septiembre

Yo sé dónde estás, Julio. Yo sé. Cuento con vos, cuando florece septiembre.

(Cuento con Julio en septiembre, aunque él no me escuche, aunque
quizás no lo sepa. Aunque Julio no aparezca).

Yo te veo Julio en esta plaza. Te veo el 16, te veo el 18. Más que
verte, te siento… Julio, te siento... pero no te encuentro.

(Ellos no quieren testigos. Te arrastran al fondo del silencio. Ese
silencio que rompiste cuando decidiste nombrarlos y condenarlos… Y
lograr con tu testimonio que los condenen).

Yo sé donde estás, Julio. Marcho con vos como si vos marcharas con
nosotros. Como si fueras nosotras, las que hoy llenamos la Plaza de
Mayo, cantando y acusando y enfrentando la desmemoria.

Con lápices gastados escribo tu nombre en las paredes. Lápices que
escriben Julio en septiembre. Lápices que dicen que aquí están. Que
aquí estamos. Lápices desaparecidos como vos Julio, dos veces
desaparecido...

Lápices que te nombran y dibujan tu silueta en el asfalto, con sus
pasos jóvenes.

Ellos y vos llegando hasta acá, en los gritos de las pibas y pibes que
te bordaron en sus banderas, que te pintaron en sus camisetas, junto a
los rostros de otros pibes y pibas que no quisieron perderse esta
primavera adelantada, este septiembre furioso que viven los
estudiantes.

Que vivan los estudiantes, cantamos con Violetas en la mirada,
cantamos con Víctorjaras en las manos..., mientras sus manos cortadas
acarician la guitarra.

No hay una cordillera, te cuento, entre la memoria que reclama en
Chile y la que reclama en Argentina. No hay fronteras entre la memoria
antigua que nombra 30000 y la que hoy grita en Honduras. No hay
fronteras entre tu ausencia, Julio, y la de Silvia. Silvia Suppo y vos
supiste. Supieron callar y supieron acusar. La veo a Silvia marchando
entre banderas...

No hay fronteras, dicen los hermanos mapuche en huelga de hambre.
Miralos Julio. Ellos tan callados gritan su hambre. Como gritan los
mineros en el fondo de la mina contra el sistema que nos desaparece.
Que te desaparece Julio, porque no negociaste tu silencio posible.

Sos testigo, y lo seguís siendo. Acá estás.

Yo sé dónde estás, hermano ausente… Yo reconozco tu voz entre las
voces del pueblo que no se callan...

Y te busco. Y te necesito. Cuento con vos, julio, cuando florece septiembre.

Claudia Korol 17 de septiembre